Uno de los efectos más vistosos y reconocibles cuando vivimos experiencias tensas es la respiración. Respirar muy rápido o fuerte es siempre sinónimo de agotamiento o trastorno; de hecho, es también clásico emplear la respiración profunda para, precisamente, desbloquear las emociones o relajarse.
Y para controlar este tipo de situaciones tenemos que saber que provienen directamente del diafragma.
¿Qué es el diafragma?
El diafragma es un músculo en forma de paracaídas que divide la cavidad torácica de la abdominal.
Su función básica es respiratoria: se contrae para facilitar la entrada de aire en los pulmones y se relaja para dar lugar a su salida.
¿Cuáles son las funciones del diafragma?
El diafragma afecta a gran cantidad de procesos vitales cotidianos. Y pese a que su principal función es respiratoria, también favorece los movimientos peristáticos y, con ello, el correcto funcionamiento del sistema digestivo y del sistema circulatorio, dado que la arteria aorta y la vena cava lo atraviesan directamente.
Por otra parte, tiene una enorme influencia en la posición de las vértebras, la postura erecta del tronco y la función dinámica del cuerpo, ya que se encuentra en su centro natural.
Por tanto, su función estructural es fundamental.
El diafragma y las emociones
Pero este músculo no tiene solo funciones orgánicas, también está muy vinculado a los sentimientos y las emociones.
Las preocupaciones y angustias le afectan de un modo particular; de hecho, las sensaciones de falta de aire o de “cierre del estómago” provienen directamente de una contracción indebida del diafragma.
Por eso, cuando algún impacto emocional nos afecta significativamente, debemos tomarnos unos momentos para controlar la respiración y relajar la musculatura diafragmática.
Al tratarse de un músculo multifunción, es importante aprender a controlarlo o, al menos, saber que es él quien está causando esas sensaciones de angustia para poder dominar mejor la situación.
El diafragma ha sido siempre un músculo objeto de estudio e investigación científica. De hecho, la medicina china lo considera uno de los pilares del llamado ying–yang: una zona de comunicación entre el tórax y el abdomen a nivel emocional.
El control de este músculo va a permitir regular de un modo más óptimo la oxigenación de todas las células de nuestro cuerpo. Esto incluye también a las neuronas.
Por eso, dominar las emociones, tener un buen funcionamiento psicológico y cognitivo, conseguir la relajación, concentración, mejorar el estado de ánimo e incluso las habilidades físicas, depende, en gran medida, del control de este músculo situado justo en el centro de nuestro cuerpo: el diafragma.